Los futuros de la educación superior apuntan hacia fórmulas mixtas

La institución universitaria se encamina hacia modelos mixtos que implican la interacción de dos o más protagonistas de la educación superior. Interacción entre universidades públicas y privadas para ofrecer titulaciones próximas al mercado laboral; modelos que combinan modalidad presencial y a distancia; propuestas de titulaciones conjuntas entre varias universidades, así como colaboración entre administraciones, agencias y empresas.

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Federico Morán

La universidad está en continua transformación. La evolución y la adaptación a los cambios sociales es inherente al propio concepto de la universidad que está al servicio de la sociedad. Entendemos que la universidad ha de ser receptiva a los retos demandados por la sociedad, debe de incorporar en la forma­ción de sus estudiantes las nuevas demandas profesionales. En este sentido, sabemos que una universidad es receptiva, en cuanto que está atenta a su entorno social y empresarial, para ofrecer la mejor formación y capacitación profesional de sus egresados. Pero también, a su vez, la universidad es el pro­pio motor del cambio. No son pocos los ejemplos que mues­tran que desde las propias instituciones universitarias se han impulsado iniciativas que luego han transformado la sociedad: en la universidad se debe generar conocimiento.

Por tanto, es un reto de doble sentido: por un lado, la sociedad y, en concreto, las empresas reclaman titulados con una formación y capacidades nuevas para enfrentarse al cambiante entorno laboral; y, por otro, la universidad se ve en la encrucijada de formar estudiantes para desempeñar tareas y competencias que todavía no han sido planteadas.

El mundo laboral reclama titulados con competencias cada vez más específicas. Por ello, las instituciones de educación superior tienen por delante un desafío impor­tante que no pueden obviar: deben analizar esta realidad y adelantarse a la demanda, investigando y proponiendo nuevos ámbitos de estudio. En este contexto, el Curso de Verano del Escorial Los Futuros de la Educación Superior ha permitido profundizar en este reto, así como proponer y analizar contribuciones innovadoras actuales, junto con la reflexión de hacia dónde va a evolucionar el propio modelo de universidad tal y como lo conocemos hoy.

No podemos ser ajenos a los efectos de la pandemia de la COVID-19, que está forzando a tantos sectores econó­micos, sociales y educativos a transformarse y adaptarse a la realidad impuesta, como es el caso de la universidad, que está transformando su modo de enseñanza disminuyendo, esencialmente, la presencialidad en sus aulas y laboratorios. Ante esto, surge la pregunta de si estamos ante una trans­formación del propio modelo de universidad. O, en realidad, es simplemente un cambio en la modalidad de enseñanza, pasando de ser presencial a no presencial o a distancia o mixta, pero manteniendo el mismo modelo básico.

Las diferentes propuestas de educación superior, desde Francia a Singapur, desde Europa a Latinoamérica, rompen con el modelo tradicional y ofrecen alternativas con apuestas innovadoras

La diferencia entre modo o modelo puede parecer sutil, pero es importante, porque si no hay cambio de mode­lo todo volverá a ser igual, una vez pasen las restriccio­nes circunstanciales causadas por la pandemia en este 261 los futuros de la educación superior apuntan hacia fórmulas mixtas caso, u otras causas en otros escenarios. Entendemos que el mero cambio de la ense­ñanza presencial por otra a distancia, online, no implica un cambio básico del modelo universitario: es simplemente un cambio metodológico. No nos cabe duda de que algunas enseñanzas universitarias del Sistema Universitario Español (SUE) se verán transformadas en su modo de impartición a partir de ahora. Muchas universidades, si la experiencia es satisfactoria, decidirán ofertar en modo no presencial enseñanzas que antes no lo eran, ampliando, así, su cam­po de actuación y llegando a estudiantes de otras regiones y de otros países. Pero en este caso no estamos asistiendo a un cambio de modelo de universidad.

QUÉ TENDRÍA QUE CAMBIAR

La primera idea que surge de esta reflexión es qué ten­dría que cambiar para hablar de un nuevo modelo de universidad. En este caso, los cambios deberán afectar de forma profunda a todo el engranaje universitario. Como se pone de manifiesto a lo largo de las diversas aportaciones de este volumen, las diferentes propuestas de educación superior en varios lugares, desde Francia a Singapur, desde Europa a Latinoamérica, rompen con el modelo tradicional de universidad y ofrecen alternativas con apuestas innovadoras.

Las diferentes pro­puestas de educación superior, desde Fran­cia a Singapur, desde Europa a Latinoamé­rica, rompen con el modelo tradicional y ofrecen alternativas con apuestas innova­doras

La principal característica, por destacar alguna de ellas, es que estas ideas necesitan la interacción de los diferen­tes agentes implicados en la educación superior. Se trata de un modelo «mixto» que afecta a todos los niveles y agen­tes partícipes en la formación universitaria. Las propias entidades educativas, las universidades y los centros de educación superior, las administraciones competentes en la materia, la sociedad –y en especial las empresas–, los nuevos perfiles de profesorado y por supuesto, y no menos importante, los estudiantes, han de interactuar entre ellos en modos que antes no existían. Pero, conviene dejarlo claro, han de interaccionar entre ellos, y las diferentes so­luciones adoptadas han de intercambiar sus variadas expe­riencias. A esto nos referimos por apuesta mixta.

Esta apuesta mixta afecta, en primer lugar, internamente a las universidades partiendo de su propia modalidad de en­señanza. Como ha destacado Miguel Arrufat (UNIR) en su contribución, la transformación de presencial a distancia o en línea de la formación es un hecho que, aunque circuns­tancial, ha venido a quedarse en muchas de nuestras titula­ciones. No son pocas las universidades que están realizando un gran esfuerzo tecnológico y de recursos humanos para mantener esta evolución. Pero entendemos que un verdadero cambio del modelo de enseñanza conlleva múltiples accio­nes, comenzando por la formación de los propios profesores en las tecnologías y plataformas de enseñanza no presencial. Hay que disponer de tecnología eficaz para ello y hay que adaptar los programas docentes a esta nueva metodología.

Los avances tecnológicos han puesto de manifiesto que se pueden superar muchos obstáculos y transformar la modalidad de enseñanza de titulaciones que antes parecían imposibles de impartir en un modo que no fuese presen­cial. En este modelo, aquí se presenta como alternativa la posible colaboración en programas mixtos entre universi­dades públicas tradicionales y universidades privadas más pequeñas y dinámicas, que pueden ofrecer plataformas, tecnologías y experiencias que sirven de vehículo para transmitir el conocimiento desarrollado por las primeras. Estas alianzas podrían llevar incluso a compartir claustros de profesores para lograr una mayor integración de los pro­gramas mixtos, en una propuesta que puede chocar con la regulación de algunos países (España, por ejemplo) y que debería ser objeto de posibles reformas legislativas.

El futuro de la universidad, de acuerdo con Victoria Galán (Innovative Futures Institute), se soporta sobre cin­co pilares: motor de talento (talent-engine), formación a lo largo de la vida (life-partner), investigación (discovery), centrada en la región (home-based) y centrada en el desa­rrollo (launch-pad). Estos elementos, que no son ajenos a la universidad hoy en día, presentan un auténtico reto cuando se pretenden integrar en una misma institución. Todo el mundo quiere el cambio, pero no quieren cambiar. Esta resistencia debe limarse precisamente mediante mo­delos mixtos. Ahí está la clave.

La transformación del modelo universitario está siendo in­ducida por las nuevas tipologías de estudiantes que deman­dan titulaciones que estén muy próximas al mercado laboral y que impliquen, por tanto, una alta empleabilidad. De esta demanda surgen apuestas de formación superior que ofrecen especialización, pero no titulaciones oficiales. Minerva Uni­versity es un ejemplo de esta apuesta. En España tenemos propuestas como IMMUNE o Campus 42 de Telefónica, que son campus sin clases, sin el concepto clásico de profesor y donde el alumno aprende por retos concretos, por proyec­tos tutorizados y por la experiencia de otros estudiantes. En Francia, el proyecto OpenClassroom (presentado por Pierre Dubuc) destaca la plataforma nacida online con el propósito de formar bajo demanda de los empleadores y que el propio gobierno francés está usando para programas de ayuda al em­pleo técnico. En este modelo, el estudiante no estudia una carrera y luego va a las empresas y comprueba, ya a posteriori, si lo que ha estudiado le sirve; en este modelo, el estudiante va a la empresa y junto con la enseñanza propuesta a través de estos campus se forma en las necesidades específicas que esa empresa demanda, llegando a ser la «solución» para esos problemas que el entorno laboral le presenta.

LO MEJOR DE LOS DOS MUNDOS

En la misma línea, el proyecto SkillsFuture de Singapur (Xiangcen Guo) presenta la incorporación a programas oficiales de nuevas metodologías basadas en Blockchain o inteligencia artificial, desarrolladas en plataformas tecnoló­gicas y propuestas de formación superior no oficiales. De nuevo una fórmula mixta de educación superior. La incor­poración de estos proyectos a universidades tradicionales, ya sean públicas como privadas, es un ejemplo del alcance de este modelo mixto donde se conjugan las titulaciones tradicionales, llamémoslas oficiales, con esta formación tan dirigida al mercado laboral. Haciendo bien esta integración, se puede conseguir lo mejor de los dos mundos, formación oficial, estable y fiable con for­mación no oficial, próxima a la demanda de las empresas y con alta empleabilidad. En este ho­rizonte se presentan los futuros grados y másteres duales, cuya normativa está siendo ahora objeto de desarrollo básico.

Los avances tecnológicos han puesto de manifiesto que se puede transformar la modalidad de enseñanza de titulaciones que antes parecían imposibles de impartir  en un modo que no fuese presencial

Ante estos escenarios, las propias agencias acreditado­ras de la calidad universitaria, distribuidas en diferentes lugares y ámbitos de actuación, también están sufriendo una transformación. En el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), que emana del Acuerdo de Bolonia de 1999, nos hemos dotado de un sis­tema de garantías, de umbrales básicos de calidad, que toda la oferta oficial de títulos de los diferentes países miem­bros han de cumplir. Se aplican los European Standards and Guidelines (EGS) de modo similar en unos países y otros. Nos dotamos de un sistema reconocible y comparable de duración de las titulaciones (medido en créditos ECTS) y estructuración de los niveles de educación superior en gra­dos/bachelor, másteres y doctorados/PhD. Igualmente, nos hemos dotado de un procedimiento garantista donde las agencias de calidad son acreditadas por ENQA (European Association for Quality Assurance in Higher education) y pos­teriormente inscritas en EQAR (European Quality Assuran­ce Registry), para poder acreditar titulaciones y centros uni­versitarios en los diferentes territorios del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Ante esta metodología bien engrasada para asegurar una calidad universitaria básica y reconocible de unos países a otros, ¿qué reacciones debe­mos esperar cuando llegan las propuestas mixtas que hemos comentado anteriormente?

Se aventura un escenario plausible para el futuro de este modelo mixto que estamos comentando: grandes universi­dades clásicas integrando programas muy especializados de aprendizaje en metodologías muy demandadas por los em­pleadores. La universidad representa la generación y trans­misión de conocimiento, vía programas de investigación consolidados, manteniendo talento docente e investigador para desarrollar nuevas áreas de conocimiento, responder a nuevos retos, etc. En este nuevo escenario, esta dualidad in­vestigación/docencia, es realizada con un gran componente: orientándola al empleo y a las competencias específicas que está demandando la sociedad. Es, incluso, desarrollado en el seno de las mismas empresas que demandan esa forma­ción, en esta apuesta por la formación dual.

Las alianzas entre públicas y privadas pueden ayudar a la realización de programas de formación que, sin perder el respaldo de las titulaciones oficiales tradicionales, puedan impartirse con metodologías novedosas

Chet Haskell presenta un modelo reciente de universi­dad que destaca esta interacción mixta: Antioch Universi­ty. Esta universidad se distribuye en diferentes campus en diferentes estados de la Costa Este de los EE.UU. Cam­pus que a su vez presentan cada uno diferente especia­lización. En ellos se combina la universidad tradicional, académico-investigadora, con las escuelas de formación dirigidas a satisfacer las demandas del mercado laboral. Pero este modelo implica también a las administraciones locales, los gobiernos de los Estados donde está distribui­da esta universidad. Tenemos un modelo mixto que incor­pora tres agentes en el proyecto: universidad, empresas y gobiernos locales. Pero aquí no queda todo. Aquí también el papel de las agencias acredi­tadoras es singular y se integra en el modelo. La acreditación es «voluntaria» y no la realizan los gobiernos: es asumida por las propias universidades y sus escuelas y certificada por las agencias de calidad. El siste­ma es voluntario, aunque tiene truco, ya que la acreditación es necesaria para recibir ayudas federales y estatales.

Sin entrar en los detalles del modelo anterior, vemos cómo la interacción de universidad, entorno social/em­presarial, gobierno local y agencia de calidad permiten un sistema fiable, acreditado, de formación universitaria que, a su vez, combina los elementos de los grandes colleges americanos, investigación y excelencia docente, con la proximidad a la demanda laboral y en consecuencia altos niveles de empleabilidad.

Se proponen nuevos modelos de enseñanza que impli­can a universidades públicas y privadas. Tradicionalmente la universidad pública, especialmente en el sistema espa­ñol, ha desarrollado los programas de investigación, en ni­veles y extensión que a la universidad privada no le es fácil alcanzar. Las universidades privadas, por otro lado, mucho más flexibles, han desarrollado plataformas que permiten modelos de enseñanza no presenciales o automatizados innovadores. Este modelo mixto aprovecha lo bueno de unos y otros. Las alianzas entre públicas y privadas pueden ayudar a la realización de programas de formación que, sin perder el respaldo de las titulaciones oficiales tradiciona­les, puedan impartirse con metodologías novedosas y en formatos mucho más próximos al mercado laboral, con la implicación de las empresas que demandan esta forma­ción y con el incremento de la empleabilidad.

Por último, como destaca Colin Tück (EQAR) en su planteamiento, el sistema de agencias del EEES está su­friendo también una transformación. Cada vez es más evi­dente la necesidad del reconocimiento de la acreditación transfronteriza (transregional en España), para lo cual el papel de las administraciones es crucial. Pero aún hay más retos que deben afrontar agencias y administraciones.

LA NECESIDAD DE LAS MICROACREDITACIONES

Uno de ellos es la aparición del concepto de microacredi­taciones, para poder revisar y dar el marchamo de oficial a titulaciones desarrolladas en ámbitos muy específicos de co­nocimiento y muy vinculados a las empresas y su demanda laboral. Esto es hoy una necesidad. Como hemos señalado anteriormente, se están formando promociones de estudian­tes al margen de las titulaciones oficiales, pero con un alto valor en el mercado laboral. Responder bien a este reto puede permitir cruzar la barrera de la empleabilidad aportando fiabi­lidad y reconocimiento a los estudios realizados en estos mo­delos de educación superior. Desde la experiencia de EQAR en el Espacio Europeo de Educación Superior, se aportan propuestas y soluciones que van en esta dirección. De nuevo modelos mixtos donde las agencias sean capaces de adaptar  los procedimientos a estas microacreditaciones, que a su vez sean reconocidas por las administraciones, como un primer paso. Y, por otro lado, la posible integración (o alianza, don­de cada uno mantenga su singularidad) de estas propuestas de titulaciones no oficiales en universidades establecidas, ya sean públicas o privadas, que den el respaldo de una institu­ción mayor, con profesorado docente e investigador consoli­dado y con líneas de investigación sólidamente establecidas. Esta integración no solo da «respaldo» a las titulaciones que llamamos singulares, sino que la propia institución universi­taria puede beneficiarse de su aportación en áreas punteras de conocimiento muy engarzadas con las demandas de la so­ciedad, especialmente de las empresas.

En resumen, el futuro de la educación universitaria es ya una realidad presente que se fundamenta en modelos mixtos que implican la interacción de dos o más prota­gonistas de la educación superior. Interacción entre uni­versidades públicas y privadas para ofrecer titulaciones próximas al mercado laboral. Modelos que combinan mo­dalidad presencial y a distancia, cada vez más frecuentes. Propuestas de titulaciones conjuntas entre varias univer­sidades acreditadas por diferentes agencias. Colaboración entre las administraciones y los gobiernos y las agencias para acreditar nuevas titulaciones en colaboración con las empresas. Todo ello son ejemplos, no ya del futuro de la universidad, sino de un presente dinámico que necesaria­mente se está adaptando día a día.